martes, 5 de enero de 2010

FRAUDE ALIMENTARIO, UN ASUNTO NO SOLO DE CALIDAD



Tras la noticia que apareció hace pocos días en los medios acerca del "inocente" estudio científico llevado a cabo por un par de estudiantes de Nueva York, se ha puesto de nuevo encima de la mesa el nivel de fraude que existe en la industria alimentaria de numerosos paises desarrollados (Gran Bretaña, EEUU, Francia) al descubrir que muchos productos no contienen los componentes indicados en sus etiquetas.

En el 2004 apareció el primer estudio de ADN del 'arroz basmati' vendido en el Reino Unido, y realizado por la Food Standards Agency (FSA) en 2002, llegó a una sorprendente conclusión: sólo el 54% de los envases etiquetados como 'arroz basmati' contenía verdaderamente dicho producto, una especie cultivada en torno a las llanuras del Ganges en el norte de la India y el Pakistán oriental. Con respecto a las otras muestras podía comprobarse que habían sido mezcladas con algunas variedades de calidad inferior en más de un 60%. El fraude a los consumidores con respecto a este producto fue cifrado por un funcionario de la FSA, y para todo un año, en unos cinco millones de libras.
La cuestión del fraude alimentario en el Reino Unido, tal y como pudo comprobarse, no afectaba sólo al arroz, sino a múltiples alimentos, entre ellos el whisky, la ginebra, el zumo de frutas, el queso, la carne, el pescado, el café, entre otros muchos, y el método utilizado era envasar el producto aparentemente de mayor calidad con marcas o calidades inferiores a las publicitadas.
En otras ocasiones la defraudación afectaba a grupos de alimentos que presentaban una mayor demanda, como los alimentos ecológicos, generalmente de mayor precio en el mercado. El principal perjuicio para el consumidor era de carácter económico, pues pagaba por un alimento de inferior calidad mucho más de su valor real. Sin embargo, el asunto puede tener trascendencia para la salud y la seguridad del consumidor si la elección del producto se hace por razones saludables o nutritivas, y realiza un consumo continuado fundamentado en unas supuestas propiedades de las que carece.

En el caso del estudio realizado en EEUU a principios de año, Brenda Tan y Matt Cost, dos estudiantes de 17 y 18 años respectivamente del Trinity School de Manhattan, se embarcaron en un proyecto con la ayuda de la Universidad Rockefeller y el Museo de Historia Natural de Estados Unidos para analizar el ADN de muestras recogidas en sus viviendas.
Quizás el descubrimiento más relevante fue que de 66 productos alimentarios comprados en establecimientos locales, 11 no contenían lo que señalaban sus etiquetas. El caso más sangrante fue el de un caro queso que supuestamente estaba producido con leche de oveja y que en realidad contenía leche de vaca, lo que constituye no sólo un fraude alimentario sino también un grave riesgo para la salud de aquellas personas que padecen alergias.
Otros fraudes puestos al descubierto por Tan y Cost fueron un supuesto caviar de esturión que en realidad procedía de un pez más que mundano del río Misisipi, un manjar llamado «tiburón seco» hecho con perca africana, o alimentos para perros que deberían contener venado pero que en realidad tenían vaca.
Sospechas
Cost y Tan reconocieron que aunque no es posible demostrar que los fraudes alimentarios que han descubierto son fruto de la voluntad del fabricante en vez de errores en el proceso de fabricación, en todos los casos hay un sospechoso denominador común. «No sabemos cuándo sucede pero la mayoría de los errores de etiquetado suponen la sustitución con algo menos caro y deseable, lo que sugiere que tienen una motivación económica», afirmó Cost.

Por otro lado, el Centro Común de Investigación de la UE acaba de publicar una norma que posibilita la aplicación de la Directiva 2000/36/CE, relativa a los productos de cacao y de chocolate destinados a la alimentación humana, que define los ingredientes fundamentales de los productos que se pueden comercializar legalmente con la denominación de «chocolate».
IRMM del Centro Común de Investigación:
http://irmm.jrc.ec.europa.eu

Suma y sigue, y SLOW FOOD sigue adelante...

LA FILOSOFÍA DE ADQUIRIR Y PROMOVER LA COMPRA DE PRODUCTOS LOCALES VA ADQUIRIENDO SENTIDO...

Saludos SALUDABLES

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